Es bastante frecuente ver en los partidos de fútbol base como padres de jugadores hacen de delegados de los equipos, pero hay casos en los que incluso esa figura se convierte de vital importancia. Es el ayudante directo del entrenador del equipo e incluso en muchas ocasiones tiene que cumplir con la responsabilidad de dirigir al equipo durante un entrenamiento o un partido ante la ausencia de su camarada.
Se entiende por descripción o significado común, que el delegado es esa persona que antes de empezar un partido debe estar en las instalaciones una hora antes para recibir al árbitro y para entregarle las fichas o licencias federativas con una antelación mínima de 45 minutos al comienzo del encuentro. Y que a la conclusión del mismo debe acudir a la caseta del trencilla para dar veracidad o no del acta del juego tras la lectura de la misma.
O esa persona que traslada el agua del vestuario al banquillo, o lleva el botiquín de un lado a otro.
«Siempre me he sentido muy agradecido de poder colaborar con el fútbol base. Luchar por los niños. Colaborar y ayudar en enseñar a todos los que se inician en este deporte» afirmó Marino.
Hay ayudantes o colaboradores que tienen un papel más significativo e importante en un club, además de cumplir con las simples funciones descriptivas de un delegado.
Que en ocasiones además de ayudantes o colaborador, hacen de asesor o de nexo de unión entre los jugadores, los padres y el Club.
«El fútbol te regala muchos momentos gratificantes, pero también algunas situaciones complicadas en las que a veces hay que actuar y responder con mano izquierda. Cuando te encuentras con padres que creen que su hijo es una estrella y que no entiende que el trato debe ser siempre igual para todos, sin hacer distinciones o tratos de favoritismo, pues hay que explicárselo al padre por el bien del niño y del equipo. Normalmente estos padres de primeras no lo entienden, pero al cabo de unos años reconocen haberse equivocado y admiten que el club y sus entrenadores querían lo mejor para su hijo» añadió Marino.
El fútbol no entiende de edades pero como todo en la vida, la experiencia es un grado y con frecuencia te enseña y te instruye.
«Empecé en el mundo del fútbol cuando mi hijo Rafa tenía tan sólo 4 años. Fue en el Narón Fútbol Sala, que años más tarde se fusionaría con la Unión Deportiva Piñeiros, pasando a llamarse Narón Balompé Piñeiros (año 1996). Y desde aquella no he dejado de colaborar con el fútbol de base y en los últimos 5 años como delegado o ayudante del entrenador».
Casi veinte años siguiendo de cerca la evolución de jóvenes jugadores, que incluso alguno ha llegado al fútbol de elite.
«Guardo buenos recuerdos de los clubes en los que he estado, pero lo más especial es cuando me encuentro con antiguos jugadores, que en su día fueron niños y que te recuerdan y se acercan a saludarte o agradecerte todos esos momentos en los que has estado ayudándoles, animándoles o incluso asesorándoles. Es muy gratificante escucharles decir, ¿pero aún sigues aquí?, ¿hay sitio para volver a jugar aquí?. En el Narón he visto formarse a jugadores como Juan Domínguez o Dieguito, entre otros» confirmó Marino.
El fútbol ha evolucionado al igual que la sociedad. Han mejorado sustancialmente las instalaciones o los recursos materiales para entrenar o competir.
«El fútbol sigue siendo igual que el de antes. Bonito y apasionante, aunque las instalaciones han mejorado. Hace tan sólo unos años jugábamos en un campo de tierra y hoy nuestros jugadores entrenan y juegan sobre un césped que es una alfombra».
«Con trabajo y paciencia este proyecto del Club Deportivo Narón saldrá adelante» concluyó Marino.
La figura del delegado, en agradecimiento al trabajo, dedicación e implicación de Marino Rodríguez Calderón.